El lunes pasado Roy Jimenez Oreamuno publicó en su blog un post, con video incluído, sobre el libro de Melanie Klein La Doctrina del Shock, en el que denuncia que el capitalismo aprovecha las situaciones de catástrofe para imponer su doctrina de forma abominable.
El jueves Franziska publicó tambien un post que encoge el alma denunciando que cada quince segundos muere en el mundo una mujer, degollada, apaleada, quemada, arrojada desde un balcón o un puente, atropellada, tiroteada o ahorcada. Y esos son solamente dos de mis blogamigos. En la blogosfera, y en todos los medios, encontramos cientos de denuncias o noticias parecidas que desatan un torrente de emociones que van desde el dolor, la indignación o el asco, a la tristeza.
¿Cuanta intensidad emocional negativa puede uno soportar día tras día procedente de los medios de información antes de ser invadido por la indiferencia? No lo sé, pero según Robert M. Sapolsky, catedrático de Neurología y Biología de la Universidad de Stanford, pensar continuamente en posibles amenazas o desastres sobre los que no tenemos control crea situaciones de emergencia interna, ansiedad o estrés que existen para resolver emergencias reales. "El corazón late como loco -dice- porque el cuerpo se moviliza para crear la energía necesaria y pasar a la acción al tiempo que se detienen todos los procesos no esenciales". Si la solución del problema no depende de uno mismo todo el proceso que se desencadena en el cuerpo es un desgaste inútil. Quizás por eso muchos de nosotros simplemente evitamos seguir pensando en ello.
Yo no puedo evitar que en esos momentos en que me enfrento a la brutalidad humana me vengan a la mente Phil Zimbardo y el EXPERIMENTO STANFORD, los libros de Eudald Carbonell como EL NACIMIENTO DE UNA NUEVA CONCIENCIA, Antonio Damasio y EL ERROR DE DESCARTES) y otros, que creo que me ayudan a comprender (no justificar, claro está) desde el por qué de las barbaridades de la Inquisición hasta el holocausto, o desde la Doctrina del Shock y las barbaridades de Abu Grahib hasta los malos tratos o el que una mujer impida que su hijo vea a su padre; todas ellas, para mi, "animaladas" de mayor o menor calibre.
Exponerlas todos los días y en todos los medios implica, supongo, enfrentarse a la verdad, pero ¿no se trata solamente de una verdad a medias? ¿No consiste en ver la paja en el ojo ajeno? ¿Que garantías tenemos de no cometer las mismas barbaridades si estuviéramos en las mismas circunstancias? ¿Qué sabemos de esas circunstancias?
Sinceramente creo que la búsqueda de la verdad, sin duda imprescindible para la evolución, pasa antes que nada por conocer la verdad propia porque "ahora que estamos expuestos no sólo a un holocausto, sino a muchos holocaustos en todo el mundo, vemos que TODOS los seres humanos tienen la potencialidad de ser increíblemente virtuosos, individuos generosos y respetuosos con los demás, pero también de convertirse en bestias horribles (Damasio) y porque "necesitamos liberarnos del comportamiento primate más elemental y desarrollar una forma de comportamiento inteligente en el que la cooperación y la distribución de los recursos estén por encima del individualismo" (Carbonell) ya que "aún no somos humanos"sino "primates poco humanizados"(Carbonell).
Sin pasar por esa etapa de auto-conocimiento, auto-aceptación y auto-control, el clamor por la justicia global no creo que pueda ser efectivo porque, puestos en una situación límite, cada uno de nosotros podría ser capaz de "animaladas" abominables, aunque solo fuera por el sentimiento de venganza que todos albergamos, para nuestra propia supervivencia (esto se merece otro post). Un ejemplo reciente: ¿Quien incendió el piso de Barcelona que hemos visto estos días en las noticias? ¿La mujer que iba a ser deshauciada ese mismo día, quizás?
Nadie parece saber hacia donde se dirije la humanidad pero los científicos no se cansan de repetir "que lo importante ahora es desarrollar la razón y olvidarse de las creencias, los mitos y los prejuicios que siguen siendo la esencia del conflicto humano, sea individual, social o político" (Carbonell).
El mundo no está dividido en buenos y malos, ese es el primer prejuicio a olvidar. TODOS somos buenos y malos. Sin ese prejuicio, creencia y mito el experimento Stanford, en el que un grupo de estudiantes maltrataba conscientemente a otro, y por encargo, no habría podido desarrollarse, ni hubiera tenido que ser suspendido para evitar el sufrimiento insoportable de unos (los buenos) y las tropelías inaceptables de otros (los malos) Ver en YouTube (en inglés).
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