domingo, 13 de abril de 2008

¿Cuales son las verdaderas razones por las que los hombres no lloran?

Si al nacer niños y niñas lloran por las mismas razones ¿por qué un año más tarde ya se observan diferencias sustanciales entre ellos?

Según los expertos que observaron sus reacciones los niños aprenden muy pronto a esconder lo que sienten. A los 12 meses ya miran menos a los ojos que las niñas y se fijan más en objetos en movimientos que en los rostros humanos. También los padres les tratan de forma diferente sin percatarse de ello. Las madres hablan menos de sentimientos con sus hijos que con sus hijas (exceptuando el enfado), y el vocabulario de los chicos tiene menos palabras relacionadas con los sentimientos que el de las chicas.
Los científicos intentan encontrar respuestas a éstas y otras preguntas parecidas sobre las diferencias que caracterizan a machos y hembras de la especie humana.

Ya en la guardería, tal vez incluso en el hogar, los chicos aprenden a tragarse las lágrimas y a no mostrar miedo. Sus caritas, que antes mostraron abiertamente sus emociones como lo hacen las niñas, se vuelven menos expresivas a lo largo de los años de la escuela primaria. Cuando llegan a la vida adulta los hombres utilizan también menos palabras que las mujeres y cuando hablan en público lo hacen para marcar su superioridad, mientras que las mujeres lo hacen para atraer a otros. Entre amigos los hombres intercambian información sobre sus intereses, el trabajo, el deporte, los ordenadores y otras tecnologías modernas, pero no dicen mucho de lo que sienten.

"Las mujeres hablan para aclarar su mente mientras que los hombres piensan primero y hablan después" dice el psiquiatra Mark Goulston. La razón es evolutiva, según éste y otros expertos . "De no hacerlo así correrían el riesgo de decir algo inadecuado o ridículo y ser humillados por sus congéneres, o peor aún, correrían el riesgo de ofender a otro hombre y que éste lo agrediera", añade Goulston, autor del libro Los 6 Secretos de una Relación Duradera.

Pero ¿que es lo se esconde tras el silencio y esa máscara de estoicismo? "Su vulnerabilidad", señala Goulston. Para sentirse más seguros a los hombres les conviene más ser cuidadosos y no hablar demasiado.

Los científicos están de acuerdo en que la mayoría de los hombres son mucho más inseguros de lo que quieren admitir y de lo que sus mujeres quieren creer. "Dentro de cada hombre hay un temor secreto a no ser tan competente, tan valiente o tan hombre como debería". dice Goulston. "El hombre siente que tiene que ser capaz de todo por su familia, ser capaz de enmendar todo lo que no funcione; cuando siente que no puede hacerlo, y se siente impotente, se esconde tras el silencio", concluye Goulston.

Según han ido cambiando las reglas sociales respecto a los géneros algunos hombre más sensibles se han atrevido a manifestar su parte más blanda pero muchos están confusos, no saben cuanta sensibilidad les conviene mostrar. "Las mujeres nos tienen confundidos", dice uno de los participantes en uno de los estudios: "por un lado una mujer te puede decir que quiere que la relación sea emocionalmente abierta, y al momento quiere que tu seas su roca, su apoyo. Las mujeres quieren que hagamos esta gimnasia emocional y esa actitud nos está volviendo locos. Los hombres no hemos nacido con un manual que nos indique como ser fuertes y protectores y al mismo tiempo blanditos y emocionales".

Aunque las emociones sean consideradas socialmente como cosas de mujeres todos los estudios demuestras que ellos las sienten y las describen de forma muy similar a ellas. Por ejemplo, un análisis de inteligencia emocional realizado con 500.000 adultos, demostró que los hombres eran tan emocionalmente conscientes como las mujeres y también son conscientes del estado emocional de sus parejas. En otros estudios realizados con matrimonios ellos demostraron ser tan conscientes de los niveles de estrés de su pareja como ellas, e igualmente capaces de ofrecer su apoyo.

Las investigaciones demuestran que la vida emocional de un hombre es tan rica y compleja como la de cualquier mujer, lo que ocurre es que ésta es un misterio, tanto para sí mismo como para la mujer que le ama. El motivo, dicen los científicos es que la comunicación entre el hemisferio derecho (no verbal, especializado en sensaciones) y el izquierdo (relacionado con el habla) de hombres y mujeres es diferente. La evolución ha querido que en las mujeres sea como una autopista mientras que en los hombres es como un camino forestal y la información de un hemisferio cerebral a otro viaja con mayor lentitud y dificultad, por lo que no pueden expresar lo que sienten con la misma agilidad que ellas.

El Dr. Joshua Coleman, autor de varios libros sobre las relaciones de pareja y familiares dice que "la testosterona apaga los sentimientos en los hombres, que compartamentalizan e intelectualizan más. Las mujeres parecen estar más en contacto con sus emociones de forma natural, los hombres sin embargo tienen que trabajar en ello, y cuando lo hacen es un triunfo para ambas partes, porque descubren una nueva dimensión de sí mismos. Sus relaciones son más felices y ellos también". Hoy en día la ciencia asegura que, con la práctica, la plasticidad del cerebro permite que los cambios en la forma de sentir, de pensar y de actuar quede reflejada en las estructurales cerebrales.




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lunes, 7 de abril de 2008

Enfadarse en el trabajo es aceptable para los hombres pero no para las mujeres


Vaya, vaya, parece que esto de la igualdad de género va a resultar más complicado de lo que pensábamos. Según un estudo de la Universidad de Yale da lo mismo que te presentes para Presidente de los Estados Unidos o para un trabajo de secretaria, si eres mujer no debes mostrar tu enfado, dice la psícologa que ha realizado no una, sino TRES investigaciones distintas, publicadas en la revista Psychological Science. La gente acepta, e incluso recompensa, a los hombres que se enfadan en el ámbito laboral pero ven mal que una mujer se muestre alterada y la consideran menos competente que al hombre.

Parece ser, según estos estudios, que las mujeres solo tenemos derecho a mostrar nuestro enfado en el ámbito familiar. "Una mujer enfadada pierde nivel, sin importar cual sea su posición, dice Brescoll, que trabajó en la oficina de Clinton mientras preparaba su tesis doctoral. Durante años observó que las mujeres claramente pagan un precio por enfadarse mientras que los hombres salen favorecidos, como se ha visto además en la campaña para las elecciones primarias americanas cuando Hilary Clinton se enfadó, hecho tuvo repercusiones negativas para la candidata a la Casa Blanca.

En los tres estudios se mostraron vídeos de actores que se entendía estaban solicitando un empleo. Se pidió a los participantes del estudio que indicaran el grado de responsabilidad que debía dárseles y la percepción que tenían de su nivel de competencia, si debían ser seleccionados por la empresa y en ese caso cuál debería ser su salario. Tanto hombres como mujeres llegaron a las mismas conclusiones. Los hombres enfadados merecían un puesto superior, un salario mayor y, además, fueron considerados más aptos para el puesto que las mujeres enfadadas.

Sin embargo cuando los actores/solicitantes de empleo mostraron tristeza el sesgo ya no fue tan evidente y las mujeres fueron catalogadas al mismo nivel que los hombres en competencia y en categoría pero, sorprendentemente, no en cuestión de nivel salarial.

Brescoll y su colega compararon entonces a los solicitantes del puesto que se habían enfadado con los que no mostraron emoción alguna y esta vez mostraron a los participantes vídeos en los que hombres y mujeres buscaban trabajos de menor categoría. El resultado fue nuevamente sorprendente. Los hombres enfadados eran más valorados que las mujeres, independientemente del nivel del puesto que solicitaran. Sin embargo estas disparidades desaparecieron cuando tanto ellos como ellas evitaron mostrar lo que sentían aparentado una actitud neutra.

Finalmente en el tercer estudio se observó una actitud menos negativa hacia las mujeres enfadadas si éstas explicaban sus motivos, y sin embargo los participantes del estudio fueron más duros con los hombres enfadados si estros mostraban sentirse dolidos, quizás, dice Brescoll, esta actitud se deba a que los participantes consideran que manifestar dolor es un signo de debilidad.

Da que pensar que en un tiempo de grandes avances culturales, científicos y tecnológicos la actitud de las personas sea tan parecida a la de los humanos más primitivos y de nuevo no puedo evitar pensar en aquello que dijo el antropólogo de Atapuerca Eudald Carbonell: somos primates poco humanizados

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viernes, 4 de abril de 2008

Libros: La Inteligencia Emocional en el Aula, de Jonathan Cohe

Para quienes esten interesados en la alfabetización emocional en las escuelas y en el programa PATHS he seleccionado unos cuantos párrafos del libro de Jonathan Cohe La Inteligencia Emocional en el Aula.

El programa PATHS fué diseñado en 1995 como curriculum que beneficiaría a todos los niños, tanto los de desarrollo normal como los que necesitan intervenciones o viven situaciones de riesgo.

Creíamos que la instrucción emocional y social debía ser enseñada de manera regular en las actividades diarias del ciclo escolar y que la instrucción social debía estar basada en aprendizajes previos y crecer en complejidad con los años, igual que la lectura y la aritmética. Así mismo queríamos brindar un curriculum que los maestros pudieran usar con facilidad, que los niños disfrutaran y que fuera generalizable para ser aplicado en todas las actividades de la clase y en todo el medio escolar. Finalmente queríamos incluir material para padres, a fin de que el PATHS se pudiera extender al hogar. Para alcanzar todas estas metas el programa tuvo que pasar por varias evaluaciones y mucha investigación.

En lugar de alentar a los niños a reprimir o sofocar sus sentimientos para concentrarse exclusivamente en la cognición, se les alienta a percibir y expresar verbalmente sus sentimientos de una manera segura.

Las emociones son parte integral de la vida cotidiana y afectan profundamente al aprendizaje de manera dinámica, independientemente de que el niño o el maestro lo sepan. Parte del valor que brinda tener conciencia de los sentimientos, la ecuación del aprendizaje reside en que permite que niños y adultos tengan mayor comprensión y mayor control de las conductas subsiguientes. Alentar la expresión de las emociones de manera controlada enriquece el proceso educativo, promueve una sana integración y mejora el ambiente de la clase. Además con el programa PATHS se ha podido demostrar que el conocimiento emocional puede ser enseñado a los
niños, igual que todas las otras áreas de la educación básica.
Los objetivos del programa incluyen entre otros:

  • Promover la enseñanza emocional

  • Mejorar la competencia social

  • Optimizar el desarrollo

  • Aliviar y prevenir la angustia emocional

  • Prevenir problemas emocionales y de conducta

  • Reducir los factores de riesgo relacionados con posteriores adaptaciones

  • Mejorar el ambien en clase y las relaciones maestro-alumno

El programa se ha implementado en Estados Unidos (38 estados), en Australia, Canadá, Países Bajos, Reino Unido, alcanzando a un número aproximado de 430 clases y más de 8.000 niños y parece ser que está ya traducido al español y a otros idiomas

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jueves, 3 de abril de 2008

Educación emocional: escenificar el cuento de la tortuga

Después de contar el cuento de la tortuga se inicia un juego de escenificación. Unas veces un niño será la vieja y sabia tortuga y otras la tortuguita pequeña y al día siguiente su papel será el de la tortuga profesora. De ese modo viviran el cuento desde diferentes perspectivas que les permitiran captar los puntos importantes. La primera perspectiva consiste en constatar cómo la tortuguita toma conciencia de sus sentimientos antes de llegar a poner en práctica comportamientos destructivos. La segunda, muy importante, es que aprende a hacerse responsable de sus actos al ver que si no consigue controlarse se sentirá insatisfecha. Esto forma parte del proceso de crecer y madurar. Tambien se utilizan dibujos y posters de diferentes maneras.

"Les enseñamos de formas diversas, dependiendo del contexto, dice Mark Greenberg autor del proyecto, y siempre utilizando el cuerpo, por ejemplo, colocando los brazos en forma de cruz sobre el pecho y respirando hondo. Al mismo tiempo les hacemos ver que es muy relajante y les decimos, con un guiño de buen humor, que además con los brazos en esa posición no se puede pegar a nadie".


"Desde el principio usamos tambien un sistema de recompensa, un sello en forma de tortuga, que les ponemos en la mano cuando vemos que han consiguido calmarse, porque los niños aprenden primero "desde fuera" mediante actos físicos y más tarde interiorizan esos actos en su mente".

"Calmarse suele ser bastante difícil, de alguna manera es un poco como reprimirse y necesita del apoyo de los adultos que pueden compartir ese momento con ellos, creando complicidad y comprensión mientras se aseguran que el niño se siente mejor. La repetición de esta habilidad tan esencial debe repetirse muchas veces hasta que se ha interiorizado".

"Simultáneamente los entrenadores enseñan a los niños a hablarse a sí mismos para controlar sus actos. La idea es sustituir el comportamiento destructivo y la reacción emocional desmesurada por el lenguage porque, asegura Greenberg, "creemos que a menos que los niños aprendan como calmarse a sí mismos cuando estan verdaderamente enfadados nada de lo que podamos enseñarles sobre desarrollo moral o sobre sentimientos cambiará mucho su comportamiento. Es por tanto la parte más crucial, tanto, asegura, que yo mismo, siendo adulto, sigo trabajando en ello".


Esta técnica solo se emplea con los más pequeños, en edades comprendidas entre los 3 y los 7 años, ya que es demasiado inmadura para los más mayores y podrían sentirse rídiculos escenificándola, para ellos tenemos otras técnicas.


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