lunes, 31 de diciembre de 2007

Dime lo que piensas y te diré lo que padeces (III)

CURVA DE LA FUNCION HUMANA

La ilustración anterior muestra cómo en la primera fase del estrés, la situada a la izquierda de la línea de puntos, referida al estrés "bueno", la productividad aumenta de forma consistente. El cuerpo y la mente están en un estado de "iluminación" durante el cual se resuelven los asuntos con efectividad. Tanto en el trabajo como en la vida cotidiana aumenta la productividad de forma ascendente y sin grandes brusquedades.

Sin embargo al llegar a la cima de la línea de puntos, ( THE HUMP), que es diferente en cada individuo, aparece un descenso súbito e imparable si las circunstancias o los mecanismos de defensa no cambian . Así comienzan a aparecer los síntomas negativos, primero el cansancio, después los problemas de salud y finalmente, si no se aplican correctores, llega el "breakdown", el punto de ruptura en el que ya no se puede "dar más de sí", cuando los síntomas de ansiedad pueden pasar a ser síntomas de depresión y la mente se encarga de obligar al cuerpo a abandonar la lucha.

Es durante este periodo de "bajón" cuando a los síntomas de estrés se añaden las consecuencias de las "tonterías emocionales" que se cometen por el mero hecho de "descargar en otros" algo de la tensión subyacente, que mencioné en el primer post, o por aislarse para evitar enfrentar los problemas. El cuerpo y la mente han estado todo el tiempo preparados para optar por las únicas opciones que la naturaleza ofrece: la respuesta "lucha/huida", que tiene como resultado reacciones cognitivas, emocionales, físicas y del comportamiento: los llamados síntomas de ansiedad o estrés.

En estas circunstancias hace falta coraje para cambiar las cosas que se pueden cambiar, serenidad para aceptar lo que no se puede cambiar y sabiduría para distinguir la diferencia. Conocer los síntomas propios del trastorno puede ser el primer paso para enfrentarse a él con coraje y sabiduría. La serenidad suele ser la deseada consecuencia.

En el próximo post estarán todos, después veremos las diferentes técnicas que utiliza la gente para relajarse.

American Institute of Stress

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domingo, 23 de diciembre de 2007

Dime lo que piensas y te diré lo que padeces (II)

Una forma de aliviar el estrés, que los animales han utilizado desde siempre, es pasárselo a otro. En el mundo humano moderno también lo observamos en todos los ámbitos, desde la familia, hasta el trabajo y los amigos.

Tomar conciencia del propio estrés, averiguar sus causas y gestionarlo sanamente sería entonces el primer paso para re-equilibrarse y evitar sobrecargar a otros. Esto pasaría por averiguar si lo que está provocando el estrés es evitable o no. Pensar continuamente en posibles amenazas o desastres sobre los que no tenemos control crea situaciones de emergencia interna, ansiedad o estrés que existen para resolver emergencias reales. "Más que en el resto de las especies, la respuesta de estrés del primate puede venir provocada no por un suceso concreto, sino por una mera prevención. Ante una apreciación certera ("estoy en una calle oscura y desierta; debo prepararme para correr"), una respuesta de estrés preventiva se adaptará muy bien a las cir­cunstancias. Pero cuando un primate, sea humano o no, cree crónica y erróneamente que está a punto de sufrir un daño, queda sometido a la neurosis, la ansiedad y la paranoia", dice Robert Sapolsky.

Si la solución del problema no depende de uno mismo todo el proceso que se desencadena en el cuerpo es un desgaste inútil. "El corazón late como loco porque el cuerpo se moviliza para crear la energía necesaria y pasar a la acción al tiempo que se detienen todos los procesos no esenciales" indica este neurólogo.

La naturaleza decide dejar para otro momento más propicio la ovulación, la creación de esperma, el crecimiento o cualquier otro proyecto a largo plazo; lo importante es salir del estado de emergencia. "Llegar a la pubertad se deja para otro día, dice Sapolsky, no hay que pensar en crecer, la digestión puede esperar, los anticuerpos ya se crearán esta noche...si es que se llega a la noche" y ha pasado la situación de peligro, que no olvidemos sobrevino a través del pensamiento y no, por ejemplo, porque nos sentimos amenazados por un grupo de jóvenes violentos o viéramos peligrar nuestro patrimonio. "Somos unos primates muy sofisticados psicológicamente, y podemos generar la misma respuesta de estrés simplemente al pensar, al crear un estado psicológico".

¿Pero qué acción es la que se requiere cuando nos sentimos amenazados y nos asusta o nos indigna lo que sucede a nuestro alrededor? A veces ninguna que podamos tomar individualmente. Las cosas del mundo siguen girando y parece que nos han dejado fuera, solo con la posibilidad de pensar en ello.

Cuando creemos que no podemos hacer nada, que la situación está fuera de nuestro alcance por un motivo u otro pero seguimos pensando en situaciones límite, tomaremos el camino más primario dice Sapolsky: "hacer que alguien se estrese y que se sienta mal: desplazar la agresión al otro".

"Una de las mejores cosas que puede hacer un animal estresado para reducir la ansiedad –somos animales racionales pero lo hacemos igual que los irracionales- es hacer que alguien se estrese y se sienta mal", desplazando la agresividad que sentimos hacia otros. "Esto está muy bien documentado, desgraciadamente es una repuesta para soportar el estrés, y es una respuesta que hace que el mundo sea mucho peor. Mucha gente evita tener úlceras haciendo que otros las tengan".

Las circunstancias en las que vivimos nos afectan individualmente. Por ejemplo, dice Sapolsky, "En cuanto hay un periodo de recesión económica, hay un incremento del abuso a menores, hay más violencia de género, hay más “estoy de mal humor, estoy estresado, tengo que encontrar a alguien más pequeño que yo a quien pasárselo”. Desgraciadamente esto es algo muy típico de los primates".

Próximo post: Síntomas y enfermedades del estrés
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lunes, 17 de diciembre de 2007

Dime lo que piensas y te diré lo que padeces (I)

Es lo que parece decirnos Robert M. Sapolsky, catedrático de Neurología y Biología de la Universidad de Stanford, y autor de "Memorias de un Primate". Podemos influir en el funcionamiento de nuestro cuerpo mediante el pensamiento, la memoria y las emociones. En nuestro mundo es poco probable que muramos de enfermedades como la viruela, la malaria, la fiebre amarilla o similares, dice, lo habitual es morirse de enfermedades occidentales, en las que el cuerpo se deteriora durante siete u ocho décadas, y que aparezcan la hipertensión, el cáncer o cualquier otra patología de nuestro entorno.

Nuestra forma de pensar no es relevante con la enfermedad contraída sino con la manera en que el cuerpo la gestionará. "Cuando entramos en el terreno de los primates inteligentes y sociales como nosotros, entramos en un ámbito en el que el pensamiento y las emociones tienen la capacidad de cambiar, y drásticamente, el modo en el que nuestro cuerpo funciona y responde.
La medicina actual entiende que esta capacidad resulta crucial para definir quién se mantendrá sano y quién se pondrá enfermo."

Cada vez que a alguien se le ocurre pensar " ¡oh Dios me voy a morir!" como quien piensa "!Cielos se me olvidó pagar la factura de Gas Natural, me quedaré sin calefacción!" es como decirle al cuerpo exactamente lo que tiene que hacer: tomar medidas urgentes para no morirse o salir corriendo a pagar el gas. En ambos puntos de esta escala de valores habrá un grado de estrés que variará en función del peligro al que estemos sometidos y a las emociones que suscite.

Pasamos media vida pensando en cosas sobre las que nada podemos hacer pero que tienen los mismos consecuencias, según Sapolsky, que si estuviera ocurriendo algo que puede tener un efecto negativo, o incluso nefasto, en nuestras vidas. Es una tontería emocional. En la segunda parte de este post Sapolsky ofrece más ideas.


www.Tu.tv



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martes, 23 de octubre de 2007

Las tertulias marujiles tambien podrían educar un poco

Hoy hemos vuelto a tener noticia de un acto de violencia injustificada. ¿Un caso de analfabetismo emocional o de alguna patología? Probablemente no lo sabremos nunca. Un chaval en el metro de Barcelona, Sergi Xavier M. M, reacciona ante la mirada reprobadora de una joven que oyó sus comentarios racistas mientras hablaba por el móvil, y decide darle una paliza. La agresión fué captada por la cámara del metro, en la que se aprecia tambien que nadie se movió.

La primera reacción, la de las emociones más primarias, es la indignación. Indignado debía estar tambien un pasajero cercano que observó la paliza, incluyendo la patada en la cara y el manoseo humillante del pezón izquierdo. Poco pudo hacer. ¿Atacar? Difícil. El joven enfurecido era mucho más grande que él y hubiera acabado hecho papilla. ¿Salir corriendo? Imposible, el tren estaba en marcha. Solo quedaba la opción de quedarse "tieso" y esperar. Los comentaristas de los medios lo reconocieron enseguida, evitándole la vergüenza pública y la humillación personal, aunque seguramente siempre le quedara la duda al pobre. Si le hubieran enseñado en el colegio el funcionamiento de las emociones primarias quizás se hubiera evitado que tuviera sentimientos de cobardía.

Lo útil, lo verdaderamente útil, es que alguno de los que dieron la noticia en los corrillos de la TV matinal nos hubiera informado del trabajo científico que se está realizando, y que está por todas partes en internet, en lugar de sentarse a juzgar la morbosa situación en plan tertulia, repitiendo el vídeo de forma casi compulsiva.

El tema lo trató no hace tanto tiempo Ramon Jaúregui en el diario El Mundo : "A los violentos no se les debería definir como «criminales», «pecadores» o «malnacidos", decía.

Antes que Jaúregui lo había dicho Emile Coccaro, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Chicago, y autor del libro El cerebro del violento, que fué quien realizó los primeros estudios con voluntarios utilizando el fármaco fluoxetina: "Una vez que establecimos que existía una relación entre la serotonina neurológica y la agresividad impulsiva, se vio que cuando se tiene un bajo nivel de actividad de la serotonina es posible tener agresividad impulsiva".

Pero no todo el mundo responde de la misma forma a este tipo de experimentos. Algunos necesitan otro tipo de tratamiento en el que se incluya tambien el aprendizaje: La mejor manera de tratar a estas personas es con una combinación de un tipo de psicoterapia – que llamamos gestión de la ira – y una terapia con fármacos", dice Coccaro.

Antonio Damasio, neurólogo portugués y catedrático de Neurociencia y Neurología de la Universidad del Sur de California, Premio Príncipe de Asturias, sintetiza la situación del conjunto de los violentos: "No podemos hablar (...) tomando en cuenta un sólo factor, o una causa: ya sea un fallo en la cultura y la sociedad, o un fallo en la educación, o un fallo en el cerebro; ya sea causada por los genes al crear un mal circuito o causada por daños en el cerebro. Realmente tenemos que pensar en la violencia como un resultado, que se produce en circunstancias específicas en un contexto dado, en individuos que tienen un cierto historial de desarrollo, y en individuos que también tiene una larga historia evolutiva tras de sí: porque en tanto que seres humanos no acabamos de nacer hace un instante, tenemos toda una historia evolutiva detrás nuestro"

Y de esta historia evolutiva ¿que sabemos? En realidad poco, aunque afortunadamente ya empieza a darse en algunos centros de enseñanza secundaria algo de información sobre la configuracion del cerebro humano, como podemos ver en esta lección de un instituto de enseñanza secundaria: Descubre tus tres cerebros.

Necesitamos acabar con el analfabetismo emocional, al menos mientras continúa la investigación sobre posibles alteraciones de la química cerebral porque "para alcanzar la competencia social, es necesario que a las habilidades sociales se les otorgue su horario, se las planifique y evalúe como a otras áreas curriculares", dice Alejandro Castro en la Revista Iberoamericana de Educación.

Mientras distinguimos a los enfermos de los sanos podríamos al menos educar las emociones para tratar de evitar situaciones sociales tan confusas como la que ha creado Sergi Xavier M. M.

Lectura recomendada: La mente inteligente

domingo, 14 de octubre de 2007

¿Cual será el coeficiente de inteligencia emocional del Dr. James D. Watson?


¡Estamos de fiesta! Nos ha salido un tonto emocional con Premio Nobel que nos va a quitar los complejos a todos, segun publica el Sunday Times. Este personaje, el Dr. James D. Watson, biólogo y zoólogo, lo ganó por su trabajo sobre el DNA en 1962 y es el mismo que ahora ha declarado que los negros son menos inteligentes que los blancos. Naturalmente ha habido reacciones de un punto al otro del universo, incluyendo, por supuesto, las de la comunidad científica.

Tal vez se trate de un reaccionario cargado de prejuicios o tal vez no, pero lo que si es probable es que tenga un coeficiente de inteligencia emocional bajito porque no es la primera vez que mete la pata por su provocadora forma de expresarse. En 1996 durante una cena en el Lincoln College de Oxford se dirigió a su vecina de mesa, directora de un gran internado femenino y le dijo: "Estoy buscando a algunas chicas". Es de imaginar la cara que debió poner la señora hasta que se aclaró el embrollo producido por sus palabras. En realidad lo que buscaba el octagenario padrino del DNA era un par de estudiantes, un chico y una chica, que estuvieran dispuestos a trabajar con el durante un año en su laboratorio de Cold Spring Harbour. El semblante de la directora cambió radicalmente y tras esta explicación la conversación continuó por los derroteros apropiados.

Parece evidente que sus escasas habilidades inter-personales le han puesto en el brete en el que ahora se ve, incapaz incluso de salir al paso de sus propios comentarios. Simplemente no está disponible para ello, lo cual a mi modo de ver, es un dato importante porque por fin tenemos una prueba feaciente y pública de que con una inteligencia emocional subdesarrollada todos los demás logros, incluso el Nobel, pierden valor.

Y en todo caso ¿que hace este Premio Nobel conocido por su incapacidad para morderse la lengua, que además teme resultar aburrido, escribiendo un libro titulado "Evita Aburrir a la Gente", en el que se menciona la inteligencia inferior de los negros? ¿No os resulta un tanto descabellado? ¿Os comprariais el libro?

jueves, 11 de octubre de 2007

¿Psicópatas o carentes de educación emocional?

Hay que tener una inteligencia emocional cero para colgar un vídeo casero de uno mismo en YouTube cantando una canción rapera que indica con pelos y señales como destruirían su pequeña ciudad natal y como matarían a la mayoría de los policías locales. Todo ello en un país, Estados Unidos, que vive cada dos por tres situaciones como la de la matanza de Columbine en 1999. Los dos jóvenes "héroes" han sido identificados y arrestados.

Más cerca de casa hemos visto en los medios estos días a otros tontos emocionales del mismo estilo, pero con peor pronóstico si cabe porque estos se dedican a maltratar a personas en inferioridad de condiciones, enfermos mentales, drogadictos, mendigos o incluso homosexuales, para pasarlo bien.

"Pasarlo bien" es la frase más utilizada en estos casos, pero en realidad ¿lo estan pasando bien o estan dejando de pasarlo mal? Es de suponer que en esos momentos estos individuos se sienten superiores, incluso orgullosos de su hazaña ¿por qué colgarían el video de los hechos si fuera de otro modo?

Si necesitan de ese tipo de actos carentes por completo de empatía ¿como se sienten el resto del tiempo?

¿Estaran bajo los efectos de algun estimulante que les aturda sus sentidos o tal vez estan siendo ellos mismos castigados de tal modo que no hayan llegado a descubrir jamás la existencia de la empatía con la que nacieron?

¿Debería la escuela identificarlos y hacerse cargo de su educación emocional?

De listos y tontos

La expresión "inteligencia emocional" entró por primera vez en el campo de la psicología en 1990 de la mano de los investigadores Peter Salowey y John D. Mayer que la definieron como "la capacidad de percibir los sentimientos propios y los de los demás, distinguir entre ellos y servirse de esa información para guiar el pensamiento y la conducta de uno mismo".

Fué sin embargo Daniel Goleman quien la popularizó cinco años más tarde, a traves de su libro del mismo nombre, que alcanzó un nivel de ventas sorprendente y se mantuvo durante año y medio en la lista de libros más vendidos del New York Times. Hasta el año pasado se vendieron 5 millones de ejemplares, en 30 idiomas diferentes.

Según Daniel Goleman la inteligencia emocional es un conjunto de habilidades que básicamente define como la capacidad de:

-percibir las emociones de forma precisa
-aplicar las emociones para facilitar el pensamiento y el razonamiento
-comprender las propias emociones y las de los demás
-controlar las propias emociones

Cabe pensar que los que no tienen esas habilidades no son inteligentes emocionales, y los que no son inteligentes, ya se sabe, son tontos. Si tienes alguna historia interesante de listos o tontos emocionales, ya sabes, me encantaría que me la dejaras aqui.