jueves, 3 de abril de 2008

Educación emocional: escenificar el cuento de la tortuga

Después de contar el cuento de la tortuga se inicia un juego de escenificación. Unas veces un niño será la vieja y sabia tortuga y otras la tortuguita pequeña y al día siguiente su papel será el de la tortuga profesora. De ese modo viviran el cuento desde diferentes perspectivas que les permitiran captar los puntos importantes. La primera perspectiva consiste en constatar cómo la tortuguita toma conciencia de sus sentimientos antes de llegar a poner en práctica comportamientos destructivos. La segunda, muy importante, es que aprende a hacerse responsable de sus actos al ver que si no consigue controlarse se sentirá insatisfecha. Esto forma parte del proceso de crecer y madurar. Tambien se utilizan dibujos y posters de diferentes maneras.

"Les enseñamos de formas diversas, dependiendo del contexto, dice Mark Greenberg autor del proyecto, y siempre utilizando el cuerpo, por ejemplo, colocando los brazos en forma de cruz sobre el pecho y respirando hondo. Al mismo tiempo les hacemos ver que es muy relajante y les decimos, con un guiño de buen humor, que además con los brazos en esa posición no se puede pegar a nadie".


"Desde el principio usamos tambien un sistema de recompensa, un sello en forma de tortuga, que les ponemos en la mano cuando vemos que han consiguido calmarse, porque los niños aprenden primero "desde fuera" mediante actos físicos y más tarde interiorizan esos actos en su mente".

"Calmarse suele ser bastante difícil, de alguna manera es un poco como reprimirse y necesita del apoyo de los adultos que pueden compartir ese momento con ellos, creando complicidad y comprensión mientras se aseguran que el niño se siente mejor. La repetición de esta habilidad tan esencial debe repetirse muchas veces hasta que se ha interiorizado".

"Simultáneamente los entrenadores enseñan a los niños a hablarse a sí mismos para controlar sus actos. La idea es sustituir el comportamiento destructivo y la reacción emocional desmesurada por el lenguage porque, asegura Greenberg, "creemos que a menos que los niños aprendan como calmarse a sí mismos cuando estan verdaderamente enfadados nada de lo que podamos enseñarles sobre desarrollo moral o sobre sentimientos cambiará mucho su comportamiento. Es por tanto la parte más crucial, tanto, asegura, que yo mismo, siendo adulto, sigo trabajando en ello".


Esta técnica solo se emplea con los más pequeños, en edades comprendidas entre los 3 y los 7 años, ya que es demasiado inmadura para los más mayores y podrían sentirse rídiculos escenificándola, para ellos tenemos otras técnicas.


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miércoles, 26 de marzo de 2008

La alfabetización emocional: el gran reto del siblo XXI

Comentaba Francisco Ortiz en mi anterior post que nuestra civilización está enferma y que necesitamos buscar otras vías, quizás haciendo tábula rasa. Creo humildemente que ya las hemos encontrado y que hay lugar para el optimismo, aunque sea a largo plazo, porque las cosas de Palacio, ya se sabe, van despacio.

Gracias a Howard Gardner y a su teoría de las inteligencias múltiples, entre las que se encuentra la inteligencia emocional, y a la difusión que le dió Daniel Goleman, está quedando ampliamente demostrado que si en otros tiempos la alfabetización a secas era fundamental, hoy la alfabetización emocional, la lectura y la interpretacion de las emociones propias y ajenas, es más importante que las calificaciones escolares en lengua o matemáticas, si anteponemos reducir los niveles de violencia -y un alto porcentaje de la violencia es aprendida- para que una mayoría de ciudadanos vivan en paz consigo mismos y con los demás. En suma, si queremos PAZ.

Pero esperar que sean siempre los padres quienes eduquen las emociones de los niños es tan poco viable como esperar que lo hagan los docentes que no han sido entrenados para ello. Temo pues que necesitaremos bastante paciencia, ya que para poder enseñar a otros esas habilidades personales y sociales es necesario formar a un gran número de docentes y para formar a los docentes se necesitan otros docentes ya formados, lo que requiere una organización y una inversión considerables, además de tiempo, por parte de los gobiernos y autoridades educativas. Claro que, como demuestran las experiencias pioneras, el beneficio neto sería obtener una formación inicial y continuada para desarrollar conceptos, procedimientos y actitudes que permitieran crear un ambiente escolar positivo y estimulante en el que a través de una cooperación activa, se pudieran desarrollar el sentido de la responsabilidad -individual y colectiva- y una comunicación interpersonal eficaz.

Para realizar todas esas actividades sería necesario además buscar formas diferentes de distribuir el tiempo y de organizar el espacio, seleccionar y utilizar nuevos materiales y, especialmente, de agrupar y coordinar a los alumnos, ya que seguirán existiendo acosados y acosadores por lo que serán especialmente importantes las actitudes y aptitudes adecuadas tanto en el trato con los niños como con sus padres.

Otro aspecto prioritario sería el de las actividades, como las competiciones deportivas, fiestas, debates y reuniones, proyectos y talleres durante los que se pudieran implementar programas específicos para el desarrollo de la cooperación, de la empatía, de la asertividad y de la autoestima y en los que se hiciera hincapié en la necesidad de adquirir valores personales como la autodisciplina y el autocontrol, de emociones como la ira, o de impulsos como la agresividad, junto con habilidades que faciliten la comunicación, la resolución de conflictos y la gestión del estrés, incitando con ello el respeto de las normas de convivencia.



La película ANTWONE FISHER, que éstá basada en una historia real me pareció una maravilla. Muestra como un individuo violento va poco a poco aprendiendo a conocerse y aceptarse. Denzell Washington, que la dirigió, hace tambien el papel del terapeuta que le ayuda a ver su propia bondad, a comprender su dolor y su miedo y a canalizar sus instintos agresivos. Toda una obra de arte, que como dijo Washington, puede cambiar la vida de las personas.




  • GARDNER, H. (2001): La inteligencia reformulada: las inteligencias múltiples en el siglo XXI.
  • FERNÁNDEZ, I. (1999): Prevención de la violencia y resolución de conflictos. El clima escolar como factor de calidad.
  • HARTUP, W. W. (1992): Having Friends, Making Friends, and Keeping Friends: Relationships as Educational Contexts.
  • JOHNSON, D., y JOHNSON, R. (1999): Cómo reducir la violencia en las escuelas.
    PERRENOUD, Philippe (2000): Construir competencias desde la escuela.
  • CASTRO SANTANDER, Alejandro (2004): Cuando prevenir la violencia no basta. Ponencia Congreso Iberoamericano de
    Violencias en las Escuelas. Brasilia 2004. UCB/UNESCO.
  • CASTRO SANTANDER, ALEJANDRO : Desaprender la violencia. Un nuevo desafío educativo.
    CASTRO SANTANDER: Analfabetismo emocional.
  • MONJAS, M. I., y GONZÁLEZ, B. (1998): Las habilidades sociales en el currículo. CIDE, Ministerio de Cultura. España.

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viernes, 21 de marzo de 2008

Todos somos buenos y malos, todo depende de las circunstancias

El lunes pasado Roy Jimenez Oreamuno publicó en su blog un post, con video incluído, sobre el libro de Melanie Klein La Doctrina del Shock, en el que denuncia que el capitalismo aprovecha las situaciones de catástrofe para imponer su doctrina de forma abominable.

El jueves Franziska publicó tambien un post que encoge el alma denunciando que cada quince segundos muere en el mundo una mujer, degollada, apaleada, quemada, arrojada desde un balcón o un puente, atropellada, tiroteada o ahorcada. Y esos son solamente dos de mis blogamigos. En la blogosfera, y en todos los medios, encontramos cientos de denuncias o noticias parecidas que desatan un torrente de emociones que van desde el dolor, la indignación o el asco, a la tristeza.

¿Cuanta intensidad emocional negativa puede uno soportar día tras día procedente de los medios de información antes de ser invadido por la indiferencia? No lo sé, pero según Robert M. Sapolsky, catedrático de Neurología y Biología de la Universidad de Stanford, pensar continuamente en posibles amenazas o desastres sobre los que no tenemos control crea situaciones de emergencia interna, ansiedad o estrés que existen para resolver emergencias reales. "El corazón late como loco -dice- porque el cuerpo se moviliza para crear la energía necesaria y pasar a la acción al tiempo que se detienen todos los procesos no esenciales". Si la solución del problema no depende de uno mismo todo el proceso que se desencadena en el cuerpo es un desgaste inútil. Quizás por eso muchos de nosotros simplemente evitamos seguir pensando en ello.

Yo no puedo evitar que en esos momentos en que me enfrento a la brutalidad humana me vengan a la mente Phil Zimbardo y el EXPERIMENTO STANFORD, los libros de Eudald Carbonell como EL NACIMIENTO DE UNA NUEVA CONCIENCIA, Antonio Damasio y EL ERROR DE DESCARTES) y otros, que creo que me ayudan a comprender (no justificar, claro está) desde el por qué de las barbaridades de la Inquisición hasta el holocausto, o desde la Doctrina del Shock y las barbaridades de Abu Grahib hasta los malos tratos o el que una mujer impida que su hijo vea a su padre; todas ellas, para mi, "animaladas" de mayor o menor calibre.

Exponerlas todos los días y en todos los medios implica, supongo, enfrentarse a la verdad, pero ¿no se trata solamente de una verdad a medias? ¿No consiste en ver la paja en el ojo ajeno? ¿Que garantías tenemos de no cometer las mismas barbaridades si estuviéramos en las mismas circunstancias? ¿Qué sabemos de esas circunstancias?

Sinceramente creo que la búsqueda de la verdad, sin duda imprescindible para la evolución, pasa antes que nada por conocer la verdad propia porque "ahora que estamos expuestos no sólo a un holocausto, sino a muchos holocaustos en todo el mundo, vemos que TODOS los seres humanos tienen la potencialidad de ser increíblemente virtuosos, individuos generosos y respetuosos con los demás, pero también de convertirse en bestias horribles (Damasio) y porque "necesitamos liberarnos del comportamiento primate más elemental y desarrollar una forma de comportamiento inteligente en el que la cooperación y la distribución de los recursos estén por encima del individualismo" (Carbonell) ya que "aún no somos humanos"sino "primates poco humanizados"(Carbonell).

Sin pasar por esa etapa de auto-conocimiento, auto-aceptación y auto-control, el clamor por la justicia global no creo que pueda ser efectivo porque, puestos en una situación límite, cada uno de nosotros podría ser capaz de "animaladas" abominables, aunque solo fuera por el sentimiento de venganza que todos albergamos, para nuestra propia supervivencia (esto se merece otro post). Un ejemplo reciente: ¿Quien incendió el piso de Barcelona que hemos visto estos días en las noticias? ¿La mujer que iba a ser deshauciada ese mismo día, quizás?

Nadie parece saber hacia donde se dirije la humanidad pero los científicos no se cansan de repetir "que lo importante ahora es desarrollar la razón y olvidarse de las creencias, los mitos y los prejuicios que siguen siendo la esencia del conflicto humano, sea individual, social o político" (Carbonell).

El mundo no está dividido en buenos y malos, ese es el primer prejuicio a olvidar. TODOS somos buenos y malos. Sin ese prejuicio, creencia y mito el experimento Stanford, en el que un grupo de estudiantes maltrataba conscientemente a otro, y por encargo, no habría podido desarrollarse, ni hubiera tenido que ser suspendido para evitar el sufrimiento insoportable de unos (los buenos) y las tropelías inaceptables de otros (los malos) Ver en YouTube (en inglés).

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miércoles, 30 de enero de 2008

Las manias del cerebro y la torpeza emocional

(tiempo de lectura: 2'08")

¿Por qué tendemos a prejuzgar? preguntaba hace algunos meses Eduard Punset en una entrada de su blog y explicaba que "gracias a la neurología, descubrimos que el cerebro utiliza gran parte de su energía para predecir, inventar e imaginar". "El cerebro -añade en otro párrafo- también nos agrupa en función de nuestros temores y quimeras" y se cuestiona "si seremos capaces de controlar esta “manía” cerebral, para evitar así respuestas irracionales e injustas hacia los demás".

Esto viene a ser lo que pasó una tarde cuando un grupo de personas tomábamos café, y copa y puro, en el jardín de una pareja amiga tras una opípara comida. Repentinamente una de las invitadas a quien no conocíamos dio un salto y salió corriendo hacia el interior de la casa gritando "¡una avispa, una avispa!"

El anfitrión corrió tras ella y mientras tanto, confundidos, cada uno (pre)juzgó la situación a su antojo concluyendo más o menos al unísono que era una reacción "muy rara". "Alguna razón habrá" comentó alguien. En mala hora porque algún contertulio se sintió invalidado en sus apreciaciones y la respuesta fue contundente: "Da igual que la haya, no deja de ser una respuesta muy histérica a una situación banal. Es normal que haya avispas en un jardín". "Puede que así sea, insistió de nuevo nuestro amigo, pero esa histeria podría ser una respuesta a algo que desconocemos. Los humanos somos como un iceberg, solo se ve la parte que no está sumergida en el agua".

Recordé entonces la imagen y su mensaje: "La profundidad de un alma no se mide por lo que aparece en la superficie". Poco después nos explicó el anfitrión que la reacción se había producido porque se trataba de una persona alérgica a la picadura de avispa. Aún así los comentarios continuaron en el mismo tono: "No hacía falta tanto histronismo".

Todo quedó finalmente aclarado cuando pacientemente nuestro anfitrión nos dijo que esa mujer necesitaba llevar siempre consigo un pequeño kit para inyectarse epinefrina si le picaba una avispa y que al verla se dió cuenta de que se lo había dejado en casa. Su reacción de terror inicial estaba relacionada con el peligro que corrió la primera vez que sufrió un picotazo, cuando aún nadie sabía que era alérgica, y estuvo a punto de morir. Este hecho no detuvo a quien pensaba que la reacción estaba fuera de lugar, que sentenció: "Peor me lo pones, hay que ser torpe para olvidarse del kit sabiendo el peligro que corre". Nuestro amigo ya visiblemente irritado añadió: "Alguna razón habrá para que tu pienses así".

El incidente acabó pero el resto de la tarde estuvimos charlando sobre las torpezas emocionales.

lunes, 14 de enero de 2008

Valorarse y ser valorado

(tiempo de lectura 2'40")

Hoy en día todo el mundo habla de la autoestima, de quererse a uno mismo, de mirarse al espejo, lanzándose besos y recordándose uno mismo que "tu vales mucho nene". Tener la autoestima en su sitio parece ser una responsabilidad individual si nos atenemos a lo que leemos ¿pero es realmente así o forma parte de la interacción humana? Según la RAE el significado de la palabra valorar es "reconocer, estimar o apreciar el valor o mérito de alguien o algo" y de acuerdo con la definición del mismo diccionario autoestima es la valoración positiva de sí mismo.

Aplicarse a uno mismo estas definiciones parece simple pero todos sabemos que valorar lo que uno es, de lo que uno es capaz y lo que uno consigue no es habitualmente sencillo, quizás porque no nos enseñaron a hacerlo. Aprendimos a convivir con ese hambre de aprecio y valoración hasta que la psicología de salón, los libros de autoayuda e Internet comenzaron a repartir consignas y mensajes a diestro y siniestro, indicando que más vale aprender rapidito a satisfacer las propias necesidades psíquicas que andar siempre con las expectativas frustradas, porque la frustración, ya se sabe, genera ira y convivir con una vara de medir que parece indicar que no se está dando la talla produce sentimientos dolorosos y el dolor también puede acabar en ira y la ira suele esconderse detrás de muchas tonterías emocionales como involucrarse en peleas en las que una victoria es una caricia de autoestima.

Es fácil acostumbrarse a tener lo que uno necesita sin tener que salir a buscarlo. Tener hambre con dinero en el bolsillo o con el frigorífico lleno no es lo mismo que tener que buscar alimento cada vez que se siente la pulla en el estómago. La autoestima es un poco como el alimento, todos la necesitamos pero no siempre llega cuando se siente el aguijón de la necesidad. Además lo tangible, como el alimento, también es más fácil de medir. Una madre atenderá con rapidez la necesidad de comer de su niño de tres años porque tiene una idea clara del valor de la alimentación para la vida, pero quizás no reconozca o no valore del mismo modo el hambre de valoración del pequeño que ha conseguido atarse solito los cordones de los zapatos. Si satisfacer las necesidades alimenticias es vital para la vida física, satisfacer las necesidades del yo es vital para la vida psíquica.

Los pequeños éxitos del aprendizaje pueden pasar con una mera sonrisa, un comentario banal o incluso pasar desapercibidos, como algo que tenía que ocurrir de todos modos tarde o temprano. Ocurre que los niños oyen con más frecuencia frases como "¡que alto estás! ¡Qué guapo estas! hechos sobre los que el niño no tiene control alguno, mientras que frases como ¡qué bien lo has hecho! ¡tu esfuerzo ha merecido la pena, lo has conseguido! ¡bien hecho! puede que no suenen con tanta frecuencia. La ironía es que probablemente en la intimidad los padres se congratulen de lo listo que es su vástago y compartan su satisfacción con amigos o vecinos.

Y así vamos creciendo, buscando éxitos que se toman como hechos cotidianos "normales", sin un valor particular. Traer buenas notas a casa, aprobar, o debería decir mejor "ser aprobado", es lo que se supone que tiene que hacer un chaval. Depende de él mismo. Sin embargo comentar en familia el esfuerzo o las dificultades encontradas para llegar a esa aprobación/valoración" del maestro es quizás poco habitual.

Con frecuencia tambien se asume como "normal" pasar por la universidad y llegar a un puesto de trabajo sin recibir más que algunos templados parabienes. Un trabajo bien hecho es lo que se espera de uno ¿por qué tendría que ser tema de parabienes cumplir con la obligación? Tanto es así que cuando éstos llegan con frecuencia ni siquiera sabemos como responder. Un "gracias" entre dientes, o un "no tiene importancia", suele ser lo único que se nos ocurre porque no estamos acostumbrados a la valoración y el elogio por nuestras acciones, más bien al contrario, partimos de la base de que más nos vale hacer las cosas no solo bien, sino mejor que bien, porque se ha corrido la voz de que en la empresa nadie es imprescindible, lo que en realidad es mentira, como explica Ivan Lasso en su post titulado Lo del barco y los pasajeros.

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viernes, 4 de enero de 2008

De todas las posibilidades para relajarse ¿cual eliges?


Un comentarista anónimo pregunta en el post de ayer que se hace cuando ya se ha identificado lo que se padece. Si el estres no obedece a causa ajenas o no se reduce con las técnicas de relajación habituales siempre está la opción de consultarlo con un médico que decida si se trata de un trastorno o si son los pensamientos y las emociones los que tienen la capacidad de cambiar la forma en que responde el cuerpo, como dice Robert M. Sapolski.

Si no tenemos que preocuparnos de resolver situaciones de emergencia, como el hambre o el peligro, lo importante es que el pensamiento no se desboque y actue por su cuenta. Hay varios tipos de técnicas de relajación, todas muy trilladas, pero son las que funcionan, porque lo esencial para reducir el estrés es producir endorfinas. La propia Wikipedia, en su entrada sobre estos opiáceos, ya ofrece una larga lista de ideas para estimularlas, de acuerdo con los consejos de expertos, entre las que se puede elegir lo que mejor se adapte a las circunstancias personales.

Todo sirve, pero especialmente relativizar en lo posible las situaciones negativas que van surgiendo y concederle mayor importancia a lo que hay de positivo en la vida de cada uno, o el truco de la botella medio vacía o medio llena; también muy trillado, ya lo sé, pero es que al observar con atención la lista que ofrece wikipedia uno se imagina a esa gente que arriesga su vida en una patera para lograr llegar a un país desarrollado en el que encontrar trabajo. ¿Cómo decirles que para aliviar el estrés nosotros tratamos de recordar situaciones placenteras, hacemos yoga, tai-chi, meditación, "footing", o nos vamos al gimnasio, o mas chistoso aún, vamos a cursos de risoterapia, todo ello para producir endorfinas? ¿Que pensarán ellos de esta situación de nuestro idealizado mundo de abundancia?


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jueves, 3 de enero de 2008

Dime lo que piensas y te diré lo que padeces IV

Los síntomas más habituales de estrés:

1.- Cognitivos:

  • Problemas de memoria
  • Indecisión
  • Incapacidad para concentrarse
  • Dificultad para pensar con claridad
  • Dificultades para juzgar las situaciones realísticamente
  • Ver únicamente los aspectos negativos
  • Pensamientos rápidos y desordenados
  • Preocupación constante
  • Pérdida de la objetividad
  • Temores que se anticipan a los acontecimientos

2. Emocionales

  • Mal humor
  • Agitación
  • Intranquilidad
  • Irritabilidad ("saltar" por cualquier cosa)
  • Impaciencia
  • Incapacidad para relajarse
  • Sensación de tensión, nerviosismo
  • Sensación de falta de control sobre las situaciones
  • Sentimientos de soledad o aislamiento
  • Depresión o tristeza profunda

3. Físicos

  • Dolores de cabeza o de espalda
  • Tensión muscular
  • Diarrea o estreñimiento
  • Nauseas y/o mareos
  • Insomnio
  • Dolor en el pecho, pulsaciones rápidas
  • Pérdida o aumento de peso
  • Problemas de piel, eczemas y similares
  • Dolores de cabeza
  • Pérdida del apetito sexual
  • Catarros o infecciones localizadas


3.- Del comportamiento

  • Comer más o comer menos de lo habitual
  • Dormir más o menos de lo habitual
  • Aislarse de otras personas
  • Postponer las tareas o evadir responsabilidades
  • Beber, fumar o usar drogas para relajarse
  • Desarrollar hábitos nerviosos (morderse la uñas, pasear cual oso enjaulado)
  • Rechinar los dientes o tensar la mandíbula
  • Excederse en algunas actividades (el ejercicio, las compras, etc.)
  • Reaccionar desproporcionadamente a problemas inesperados
  • Buscar pelea, discutir acaloradamente, entrar en conflictos

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lunes, 31 de diciembre de 2007

Dime lo que piensas y te diré lo que padeces (III)

CURVA DE LA FUNCION HUMANA

La ilustración anterior muestra cómo en la primera fase del estrés, la situada a la izquierda de la línea de puntos, referida al estrés "bueno", la productividad aumenta de forma consistente. El cuerpo y la mente están en un estado de "iluminación" durante el cual se resuelven los asuntos con efectividad. Tanto en el trabajo como en la vida cotidiana aumenta la productividad de forma ascendente y sin grandes brusquedades.

Sin embargo al llegar a la cima de la línea de puntos, ( THE HUMP), que es diferente en cada individuo, aparece un descenso súbito e imparable si las circunstancias o los mecanismos de defensa no cambian . Así comienzan a aparecer los síntomas negativos, primero el cansancio, después los problemas de salud y finalmente, si no se aplican correctores, llega el "breakdown", el punto de ruptura en el que ya no se puede "dar más de sí", cuando los síntomas de ansiedad pueden pasar a ser síntomas de depresión y la mente se encarga de obligar al cuerpo a abandonar la lucha.

Es durante este periodo de "bajón" cuando a los síntomas de estrés se añaden las consecuencias de las "tonterías emocionales" que se cometen por el mero hecho de "descargar en otros" algo de la tensión subyacente, que mencioné en el primer post, o por aislarse para evitar enfrentar los problemas. El cuerpo y la mente han estado todo el tiempo preparados para optar por las únicas opciones que la naturaleza ofrece: la respuesta "lucha/huida", que tiene como resultado reacciones cognitivas, emocionales, físicas y del comportamiento: los llamados síntomas de ansiedad o estrés.

En estas circunstancias hace falta coraje para cambiar las cosas que se pueden cambiar, serenidad para aceptar lo que no se puede cambiar y sabiduría para distinguir la diferencia. Conocer los síntomas propios del trastorno puede ser el primer paso para enfrentarse a él con coraje y sabiduría. La serenidad suele ser la deseada consecuencia.

En el próximo post estarán todos, después veremos las diferentes técnicas que utiliza la gente para relajarse.

American Institute of Stress

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domingo, 23 de diciembre de 2007

Dime lo que piensas y te diré lo que padeces (II)

Una forma de aliviar el estrés, que los animales han utilizado desde siempre, es pasárselo a otro. En el mundo humano moderno también lo observamos en todos los ámbitos, desde la familia, hasta el trabajo y los amigos.

Tomar conciencia del propio estrés, averiguar sus causas y gestionarlo sanamente sería entonces el primer paso para re-equilibrarse y evitar sobrecargar a otros. Esto pasaría por averiguar si lo que está provocando el estrés es evitable o no. Pensar continuamente en posibles amenazas o desastres sobre los que no tenemos control crea situaciones de emergencia interna, ansiedad o estrés que existen para resolver emergencias reales. "Más que en el resto de las especies, la respuesta de estrés del primate puede venir provocada no por un suceso concreto, sino por una mera prevención. Ante una apreciación certera ("estoy en una calle oscura y desierta; debo prepararme para correr"), una respuesta de estrés preventiva se adaptará muy bien a las cir­cunstancias. Pero cuando un primate, sea humano o no, cree crónica y erróneamente que está a punto de sufrir un daño, queda sometido a la neurosis, la ansiedad y la paranoia", dice Robert Sapolsky.

Si la solución del problema no depende de uno mismo todo el proceso que se desencadena en el cuerpo es un desgaste inútil. "El corazón late como loco porque el cuerpo se moviliza para crear la energía necesaria y pasar a la acción al tiempo que se detienen todos los procesos no esenciales" indica este neurólogo.

La naturaleza decide dejar para otro momento más propicio la ovulación, la creación de esperma, el crecimiento o cualquier otro proyecto a largo plazo; lo importante es salir del estado de emergencia. "Llegar a la pubertad se deja para otro día, dice Sapolsky, no hay que pensar en crecer, la digestión puede esperar, los anticuerpos ya se crearán esta noche...si es que se llega a la noche" y ha pasado la situación de peligro, que no olvidemos sobrevino a través del pensamiento y no, por ejemplo, porque nos sentimos amenazados por un grupo de jóvenes violentos o viéramos peligrar nuestro patrimonio. "Somos unos primates muy sofisticados psicológicamente, y podemos generar la misma respuesta de estrés simplemente al pensar, al crear un estado psicológico".

¿Pero qué acción es la que se requiere cuando nos sentimos amenazados y nos asusta o nos indigna lo que sucede a nuestro alrededor? A veces ninguna que podamos tomar individualmente. Las cosas del mundo siguen girando y parece que nos han dejado fuera, solo con la posibilidad de pensar en ello.

Cuando creemos que no podemos hacer nada, que la situación está fuera de nuestro alcance por un motivo u otro pero seguimos pensando en situaciones límite, tomaremos el camino más primario dice Sapolsky: "hacer que alguien se estrese y que se sienta mal: desplazar la agresión al otro".

"Una de las mejores cosas que puede hacer un animal estresado para reducir la ansiedad –somos animales racionales pero lo hacemos igual que los irracionales- es hacer que alguien se estrese y se sienta mal", desplazando la agresividad que sentimos hacia otros. "Esto está muy bien documentado, desgraciadamente es una repuesta para soportar el estrés, y es una respuesta que hace que el mundo sea mucho peor. Mucha gente evita tener úlceras haciendo que otros las tengan".

Las circunstancias en las que vivimos nos afectan individualmente. Por ejemplo, dice Sapolsky, "En cuanto hay un periodo de recesión económica, hay un incremento del abuso a menores, hay más violencia de género, hay más “estoy de mal humor, estoy estresado, tengo que encontrar a alguien más pequeño que yo a quien pasárselo”. Desgraciadamente esto es algo muy típico de los primates".

Próximo post: Síntomas y enfermedades del estrés
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lunes, 17 de diciembre de 2007

Dime lo que piensas y te diré lo que padeces (I)

Es lo que parece decirnos Robert M. Sapolsky, catedrático de Neurología y Biología de la Universidad de Stanford, y autor de "Memorias de un Primate". Podemos influir en el funcionamiento de nuestro cuerpo mediante el pensamiento, la memoria y las emociones. En nuestro mundo es poco probable que muramos de enfermedades como la viruela, la malaria, la fiebre amarilla o similares, dice, lo habitual es morirse de enfermedades occidentales, en las que el cuerpo se deteriora durante siete u ocho décadas, y que aparezcan la hipertensión, el cáncer o cualquier otra patología de nuestro entorno.

Nuestra forma de pensar no es relevante con la enfermedad contraída sino con la manera en que el cuerpo la gestionará. "Cuando entramos en el terreno de los primates inteligentes y sociales como nosotros, entramos en un ámbito en el que el pensamiento y las emociones tienen la capacidad de cambiar, y drásticamente, el modo en el que nuestro cuerpo funciona y responde.
La medicina actual entiende que esta capacidad resulta crucial para definir quién se mantendrá sano y quién se pondrá enfermo."

Cada vez que a alguien se le ocurre pensar " ¡oh Dios me voy a morir!" como quien piensa "!Cielos se me olvidó pagar la factura de Gas Natural, me quedaré sin calefacción!" es como decirle al cuerpo exactamente lo que tiene que hacer: tomar medidas urgentes para no morirse o salir corriendo a pagar el gas. En ambos puntos de esta escala de valores habrá un grado de estrés que variará en función del peligro al que estemos sometidos y a las emociones que suscite.

Pasamos media vida pensando en cosas sobre las que nada podemos hacer pero que tienen los mismos consecuencias, según Sapolsky, que si estuviera ocurriendo algo que puede tener un efecto negativo, o incluso nefasto, en nuestras vidas. Es una tontería emocional. En la segunda parte de este post Sapolsky ofrece más ideas.


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